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18 de julio de 2016

Campanadas de la Historia (60) Madrid, 18 de julio de 1936

Hace 80 años en la capital española el día se sucede con normalidad y es solo cuando termina el día cuando la noticia comienza a propagarse... España comenzaba el peor periodo de su historia moderna como nación, una pesadilla de muerte, represión y fascismo que no murió con el tirano. Ocho décadas después sus sucesores ideológicos aún nos gobiernan, nos parasitan, medran y se multiplican, nos mienten y se corrompen, tan encorbatados y dignos ell@s, revestidos de un impostado manto de democracia. 

Madrid, 18 de julio de 1936




Día de San Camilo. Sábado. Mucho calor. Las 43 líneas de tranvía funcionan sin incidentes.


Los vecinos de Embajadores lloran a la niña muerta ayer. La Policía ha localizado al responsable de su atropello, Torcuato V., conductor de la camioneta con matrícula 3.236 de Zaragoza. El entierro es esta mañana. En otra iglesia, no lejos de allí, un grupo de mujeres enlutadas hace cola para poder ver al Jesús de Medinaceli, que ya se sabe que de tres cosas que se le piden, al menos concede una.

Confluencia de Alcalá con Gran Vía en una imagen tomada antes del inicio de la Guerra Civil. EFE

Hay muchos temas que tratar en la tertulia del café. Agustín de Foxá -aristócrata, cornudo y gordo feliz- llega tarde. Se ha acostado de madrugada celebrando la confirmación de su nuevo destino diplomático: Bombay, en la exótica India.

En la mesa todavía colean el funeral de José Calvo Sotelo y el atentado frustrado en Londres contra Eduardo VIII de Inglaterra. Entre tanto magnicidio, alguien menciona las piernas de la vedette Tina de Jarque, triunfadora en el Teatro de la Zarzuela, y el caso Sánchez Gallego, que ha puesto en jaque a la Brigada de Investigación de la Policía. Se desconocen todavía las causas del asesinato de este joven de 18 años conocido como Pepe el de los perros, encontrado muerto en la carretera que une Húmera con Pozuelo. La última pista policial es una carta acusadora. El sospechoso denunciado está siendo interrogado.

El conde de Foxá todavía huele a whisky y churros en una ciudad que hace unos días ha despedido la verbena de San Pedro con botijos, tiestos de albahaca y puestos de almendras garrapiñadas. Aún no sabe que la Historia no le dejará ir a Bombay y quizás sí sepa que lo que hoy vea lo describirá en su Madrid, de Corte a checa, una novela tan hermosa como parcial.

A pesar de la tensión política, Madrid se ha levantado con mejor ánimo que ayer. Dos huelgas se han desconvocado. Tanto los trabajadores del sector de la madera como los obreros de calefacción y ascensores han logrado sus reivindicaciones. El ministro se ha comprometido con los primeros a que la jornada laboral sea de 40 horas y los segundos fuerzan un acuerdo con la Patronal.

El día es de paseo. Son muchos los que buscan la sombra de los edificios de la Gran Vía. Otros prefieren los bulevares de la Castellana, rodeados por palacetes que van desde Cibeles hasta los terrenos del hipódromo, donde el Gobierno ha iniciado la construcción de los Nuevos Ministerios. Los únicos que no temen al calor son los niños. Se juntan en descampados y plazas para jugar al fútbol, cazar lagartijas y presumir de las cicatrices de guerra de sus rodillas desolladas. La bebida más cotizada por todos es la horchata.

Quienes se lo pueden permitir escapan a los cines refrigerados, que echan maratones de películas. En el Astur se puede ver el último estreno cinematográfico de Carlos Gardel, mientras que el Royalty proyecta Princesa por un mes, con Cary Grant. Por una peseta los amantes del boxeo disfrutan, en el cine Actualidades de Callao, de imágenes del combate celebrado entre el gran púgil negro Joe Louis y Max Schemeling, símbolo de la Alemania nazi, además de un resumen de la Vuelta Ciclista a Francia.

Cuando cae el sol, el rumor de la siesta ya es noticia confirmada en corralas y comercios: el ejército de África se ha levantado contra el Gobierno. Madrid mantiene la calma. Como cada día, sus vecinos salen a la fresca de la calle con su silla para charlar o ver pasar los pocos coches que circulan. Con las ventanas de las casas abiertas de par en par, la banda sonora de la ciudad son las coplas de Estrellita Castro y Concha Piquer.

Diplomático como Foxá, poeta y comunista, Pablo Neruda regresa de la embajada de su país, Chile, a su residencia, conocida como la Casa de las Flores, en el barrio de Argüelles. Tiene un par de entradas que le ha regalado su compatriota el locutor Bobby Deglané para presenciar mañana una pelea de wrestling (lucha libre casi teatral) en el Circo Price. No le entusiasma el plan, pero hace unos díasconvenció para que le acompañara a su amigo Federico García Lorca. Les espera una coreografía de mamporros con luchadores bautizados como el Troglodita Enmascarado, el Estrangulador Abisinio y el Orangután Siniestro.

Lo contará Neruda casi 40 años después en su libro de memorias Confieso que he vivido: «Federico faltó a la cita. Ya iba camino de su muerte. Ya nunca más nos vimos».