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13 de septiembre de 2011

Estupor y Temblores (15) Muerte, miedo y asco en Tordesillas

"Que nadie ose tratar mal al toro, ni vivo ni muerto, ni de palabra ni de obra"
"Ambos, toro y torneante, han de estar en igualdad de condiciones naturales"
"El que asistiere de otras partes del mundo o universo y quisiere ser torneante, tendrá derecho a ser informado muy cumplidamente; mas si su intención, Dios no lo quiera, fuera denostar e infamar este torneo, teniéndole por necio ante tal circunstancia, despídasele en mala hora" Patronato del Toro de la Vega 

Hoy 13 de septiembre, con un desdichado toro de profético nombre "Afligido" como involuntario protagonista, se celebra como cada año en el pueblo vallisoletano de Tordesillas una nueva edición del llamado El Toro de la Vega, consistente en el acoso, persecución y tortura a lanzazos de un toro por parte de una multitud vociferante y un numeroso grupo de jinetes. Van armados de lanzas y lo acosan y acuchillan a discreción hasta que, malherido, arrinconado y vomitando sangre, el animal recibe el lanzazo final, para regocijo de los allí congregados. Eso si tiene suerte y no tienen que descabellarle con cuchillos o destornilladores. Ascopena de gente, oiga.

El comportamiento rayano en la psicopatía de (casi) todo un pueblo que babea de excitación ante el sanguinario espectáculo de la larga agonía del astado, nos muestra cada año una de las más cafres y obtusas caras de nuestro país (aunque hay más, como en Algemesí o los correbous, o tantos miles de festejos), para más desgracia catalogada como
Fiesta de Interés Turístico Nacional. Si aún no lo han visto, aquí lo tienen, en toda su crudeza. Así se mata al Toro de la Vega en Tordesillas:





Pero hay otro punto que hace especialmente siniestra esta celebración, la ley del silencio que impide a cualquier tordesillano expresar en público su rechazo a este festejo cruel. A este respecto les ofrecemos un reportaje de El País y el estupendo reportaje de Gonzo, colaborador del Gran Wyoming en El Intermedio, de La Sexta realizado el año pasado en Tordesillas, intentando encontrar en el pueblo alguien a quien no le guste esta sádica celebración. No tiene desperdicio. Para intentar parar esta salvajada vergonzante, rompe una lanza contra el Toro de la Vega.


Tordesillas, otra vez

Carmen Morán Tordesillas El País 15/09/2010

Tordesillas. Otra vez. Año del Señor de 2010. Docenas de caballistas esperan al toro en el campo, al otro lado del Duero. Cientos de lanzas, miles de piernas. Hasta allí llega Platanito con su gallardía entera y el arenal descansa sus cascos, que ardían calle abajo, en el asfalto. 550 kilos de bravura y casta van a estrellarse aturdidos contra las picas de los feroces mozos. La mayoría luce palmito y botas encima de sus monturas enjaezadas. Todo lo más contribuyen a la inmensa polvareda que pone fin al espectáculo para los visitantes. Pero el toro sigue dentro de aquella nube, rodeado de acero, y en su piel negra se van abriendo grietas. La mortal la asestó este año Marcos Rodríguez, un tordesillano de 26 años, muy orgulloso de su hazaña. Lo mató de tres lanzadas y a caballo. Y a caballo, con el rabo de Platanito clavado en lo alto de su pica, volvió al pueblo. Como manda la tradición. La charanga le abría paso, paró la montura un momento delante de la Virgen, en la mitad del puente, y siguió calle arriba aplaudido desde los balcones. Apenas 20 minutos antes había bajado Platanito por la misma calle, ahora solo subía su rabo.

El muchacho, que se había "jugado la vida" hacía nada, no podía ahora contener la mandíbula y tenía los ojos húmedos. Más de media vida soñando con eso, decía después de que la alcaldesa le pusiera la insignia. Misión cumplida, ahora va "a ser papá en abril" y posiblemente abandone las actividades de riesgo. "Me faltan las palabras".


La fiesta, a pesar de que cada año arrecia la polémica, parece que va a más por el gentío que allí se congrega para ver un trozo de toro y largos minutos de polvo denso. La ministra de Medio Ambiente, Elena Espinosa, se vio obligada ayer a pronunciarse sobre el asunto en el Senado, todo prudencia: la cosa está en manos de la Junta de Castilla y León y del Ayuntamiento de Tordesillas.

La alcaldesa, María del Milagro Zarzuelo (PP), dice que no se puede dulcificar más el asunto. Porque solo cabría ya dejar al toro vivo y no es el caso. Hace años se prohibió que le cortaran los testículos. Pero si se los cortan o no lo sabrán los hombres del camión, donde subieron a Platanito ya muerto. Nadie diría que es el momento más tenso. Pues lo es; para algunos incluso el más peligroso, porque ahí es donde los lugareños aúllan contra las cámaras de televisión, de fotos: "Fuera las cámaras, fuera las cámaras", gritan desde el remolque. Y uno de los subalternos se esmera en frotar con la arena los manchurrones de sangre que han quedado en la carrocería antes de arrancar.

Pero las cámaras cada año se empeñan en retratar la agónica muerte del toro en el campo. Y así seguirá siendo si persiste el respeto que, dice la alcaldesa, impera en el pueblo. Zarzuelo estaba feliz de que este año el torneo haya sido "fantástico, limpio y rápido". "Una lanzada de muerte", dijo. El propio matador habló de tres. Y hubo más. Platanito nació en 2005 y su muerte ha costado al Ayuntamiento "7.500 euros más IVA". El orgullo del matador no tiene precio: "No entro en polémicas, ellos no lo entienden".