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6 de enero de 2009

Estupor y Temblores (1) Masacre en Gaza / 'To shoot an elephant', de Alberto Arce

Digamos que si leemos una noticia de que unos milicianos de Hamas (o de Hizbulah, tanto da), les ha explotado en la cara un Kassam o les han reventado unos explosivos que manejaban para hacer una bomba destino un autobús de Tel-Aviv o si simplemente les da por tirarse por un barranco, pensamos pues mira qué bien. Esta gente nos sobra si lo que queremos es un estado moderno llamado Israel viviendo en paz con otro estado moderno llamado Palestina. Porque además, como decía Gabilondo el lunes, nunca se sentirá más seguro Israel que viviendo al lado de una Palestina próspera.

Los fundamentalistas siempre medrarán en el drama palestino mientras persista el bloqueo económico israelí, que genera las miserables condiciones en que vivían los habitantes de Gaza (y también en Cisjordania, aunque menos, por el buen rollito con Abbas) antes del ataque y más, por supuesto, tras la brutalidad actual, los integristas islámicos son los más se benefician del cuanto peor, mejor. Así que lo que está ocurriendo estos días es más injustificable aún por parte de un país que se pretende civilizado y que está provocando una auténtica tragedia.

Porque los que también nos sobran en este escenario de pesadilla por parte israelí son unos criminales responsables políticos no se sabe en busca de qué desquiciado respaldo de la derecha y los ultraortodoxos fanáticos y que están causando esta nueva carnicería en la martirizada Franja de Gaza. Una matanza de la que no se permite huir a la población civil ni se respetan las ambulancias o los edificios de la ONU. Y ya que hablamos de la ONU, también sobran sus altos cargos, que están certificando la inoperancia de una organización que hace mucho tiempo que perdió su norte.

Y si es verdad que Hamás se oculta en las casas con los civiles, éstas se respetan mientras los civiles desalojan y se prueban esos hechos y se publican para que nos conozcamos todos las caritas, o se hace lo que sea, porque hasta la guerra tiene sus límites y sus convenciones y han de respetarse por parte de los países que se consideren sencilla y conceptualmente decentes.

Porque se supone que un estado como Israel no debe utilizar los mismos métodos de intimidación y muerte a la población civil que reprocha a organizaciones que considera terroristas. Y lanzar paraguas de destrucción encima de la depauperada Gaza es uno de esos indecentes métodos que permiten calibrar y conocer la estatura ética de un país. Porque precisamente de eso se trata, de que todos nos conozcamos. Y el agonizante gobierno de Olmert se está retratando a sí mismo y a Israel para la Historia.

To shoot an elephant (Disparar a un elefante', de Alberto Arce)





“To shoot an elephant” es un relato sobre un testigo presencial en la Franja de Gaza. El 27 de diciembre de 2008, la Operación “Cast lead” (Plomo Fundido) estuvo disparando a elefantes durante 21 días. Imágenes urgentes, insomnes, escalofriantes y sucias de los únicos extranjeros que decidieron y consiguieron permanecer, empotrados en las ambulancias de la Franja de Gaza, al lado de la población civil palestina


Este documental es un reflejo de lo que sucedió en Gaza durante el último bombardeo masivo del estado terrorista de Israel en la denominada operación plomo fundido que que tuvo inicio el 27 de diciembre de 2008 y que finalizó el 18 de enero de 2009. El objetivo declarado de Israel era acabar con la "infraestructura terrorista" y la capacidad militar de Hamás. Los resultados efectivos fueron la destrucción de gran parte de los edificios gubernamentales, (la oficina del Primer Ministro, la sede del Ministerio de Interior, comisarías de policía...), el bombardeo de la Universidad Islámica de Gaza, mezquitas, casas particulares, escuelas, almacenes de alimentos (incluso los gestionados por la ONU), hospitales, ... El saldo en víctimas ascendió a 1400 palestinos muertos (un tercio de ellos niños) y más de 5000 heridos por nueve soldados sionistas, cuatro de ellos por "fuego amigo", más un civil.